Este campo formativo se dedica,
fundamentalmente, a favorecer en las niñas y los
niños el desarrollo de las capacidades y
actitudes que caracterizan al pensamiento
reflexivo, mediante experiencias que les
permitan aprender sobre el mundo natural y
social.
La definición del campo formativo se basa
en el reconocimiento de que niñas y
niños, por el contacto directo con su
ambiente natural y familiar y las experiencias vividas
en él, han desarrollado capacidades de razonamiento
para entender y explicarse, a
su manera, las cosas que pasan a su
alrededor.
El contacto con los elementos, seres y
eventos de la naturaleza, así como las
oportunidades para hablar sobre aspectos
relacionados con la vida en la familia y en
la comunidad, son recursos para favorecer
la reflexión, la narración comprensible de
experiencias, el desarrollo de actitudes de
cuidado y protección del medio natural y
para empezar a entender que hay diversidad
de costumbres y formas de vida que caracterizan
a los grupos sociales; ello propicia en los
alumnos un mejor conocimiento de
sí mismos y la construcción paulatina de
interpretaciones más ajustadas a la realidad,
como base de un aprendizaje continuo.
El trabajo en este campo formativo es
propicio para poner en juego la observación,
la formulación de preguntas, la resolución
de problemas (mediante la experimentación
o la indagación por diversas vías), y la
elaboración de explicaciones, inferencias
y argumentos sustentados en experiencias
directas que les ayudan a avanzar y construir
nuevos aprendizajes sobre la base de los
conocimientos que poseen y de la nueva
información que incorporan.
Este campo formativo se organiza en dos
aspectos relacionados, fundamentalmente,
con el desarrollo de actitudes y capacidades
necesarias para conocer y explicarse
el mundo: Mundo natural, y Cultura
y vida social.
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